En noviembre de 2018 se celebró en Berlín el V Congreso Internacional de Investigación de la Fascia y las nuevas investigaciones sugieren que estas membranas gelatinosas que envuelven cada tendón, hueso, articulación, músculo, nervio y órgano, podrían ser mucho más que un andamiaje muy flexible que mantiene unido nuestro cuerpo. Esta matriz intracelular compuesta de colágeno absorbe el estrés mecánico y evita que nuestro peso corporal aplaste las articulaciones del tobillo. Asimismo, juega un papel importante tanto en el bienestar como en el envejecimiento saludable.

Nuevas investigaciones sobre la fascia

Nuevas investigaciones indican que ciertas células que se encuentran en la fascia se comunican directamente con el sistema nervioso, entre sí y con todos los demás órganos del cuerpo. Si eso es cierto, se está desafiando la noción de que es únicamente el sistema nervioso central el que controla y media entre todos los sistemas del cuerpo.

El Dr. Neil D. Theise, un patólogo hepático del Centro Médico Beth Israel en Nueva York, lideró un equipo de investigadores utilizando una nueva tecnología de obtención de imágenes mediante microscopios láser en 3-D.
En “Scientific Reports” se publicaron los resultados en marzo:

«Observamos… la anatomía e histología de un espacio antes no reconocido, aunque extendido, macroscópico y lleno de fluidos dentro y entre los tejidos, una nueva y ampliada característica del concepto del intersticio humano.»

En lugar de ser simplemente una pared de retención de colágeno como se pensaba anteriormente, estos nuevos hallazgos revelan que la fascia es una “autopista” superconductora donde viven las células, y donde los nutrientes y los desechos son transportados a otras células o a los canales prelinfáticos y, en última instancia, al sistema linfático. Si esto es cierto, tiene sentido que este sistema desempeñe un papel significativo en nuestro sistema inmunológico, en las respuestas neurológicas y en el bienestar general.

Es un «sistema adaptativo complejo…. Lo primero que hay que entender no es por qué el sistema nos falla en la vejez o en las enfermedades terminales, sino más bien cómo funciona tan eficazmente en general», según Theise.

También estuvo presente el Dr. Peter Friedl, que compartió la investigación de su equipo demostrando cómo la invasión de células cancerosas puede comenzar en la fascia endurecida por una lesión. Los hallazgos apoyan tanto los postulados de Theise como de otros, que indican que la fascia puede ser mucho más importante de lo que se había pensado antes.

La pregunta es, entonces, ¿qué puede hacerse al respecto?

La existencia y diversidad de tejidos blandos no es nada nuevo. Por mucho tiempo se ha utilizado el masaje, la acupuntura, el método Rolfing y el yoga para tratar el dolor y la rigidez fascial. Lo que es nuevo es el concepto de que los síntomas pueden ser “el humo”, y el daño subyacente a la fascia, “el fuego”. Al manipular suavemente la fascia, podríamos ser capaces de mejorar las propiedades curativas naturales de nuestro cuerpo para apagar el fuego. O al menos, “domarlo”.

En mayo, “Scientific Reports” publicó un estudio dirigido por Helene Langevin, una “superestrella” de tejidos blandos entre los aficionados a la fascia. Ella y su equipo de la Facultad de Medicina de Harvard y del Hospital Brigham and Women’s manifestaron que «los estiramientos reducen el crecimiento de tumores en el caso de un cáncer de mama en pruebas con ratones».
«El volumen del tumor en el punto final fue 52 por ciento menor en el grupo de estiramiento, en comparación con el grupo sin estiramiento (p < 0.001) en ausencia de cualquier otro tratamiento. Se activaron las respuestas inmunitarias citotóxicas y se elevaron los niveles de mediadores especializados en la resolución de problemas en el grupo de estiramiento».

Pero la idea de que se deba dar tanta importancia a la fascia tiene sus detractores.

«Me alegraría si la investigación fuera en ensayos con seres humanos, pero no confiaría en ello», dijo Steven Sommer, genetista molecular clínico de la Clínica Mayo así como de The City of Hope, antes de abrir su propio laboratorio de secuenciación de ADN en el sur de California, que conoce de primera mano los tumores fasciales.

«Comenzó con terribles dolores de cabeza y de repente no podía ver bien», dice, describiendo los síntomas de su meningioma, un tumor en la membrana fascial que rodea el cerebro. «Los médicos dijeron que debía haber estado creciendo durante casi veinte años porque era grande y afectaba al veinte por ciento de mi cerebro. Afortunadamente fue benigno», añade. «Pero aunque ocurrió debido a un desorden o alteración dentro de mis células meníngeas[fascia], dudo mucho que hubiera podido hacer algo para prevenirlo.»

Pero el trabajo de la Dra. Langevin con la fascia ha sido apoyado indirectamente. El mes pasado, fue nombrada directora del Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa después de haber sido directora del Harvard Osher Center for Integrative Medicine durante muchos años. El tiempo dirá si su trabajo bajo los auspicios de los NIH legitimará lo que algunos, como Sommer, perciben que son “teorías marginales” sobre el papel de la fascia.

Tipos de fascia, lesiones, enfermedades y cuidados

Según la Dra. Langevin, gran parte de la ambigüedad y el malentendido surge cuando se utiliza la palabra “fascia” sin distinguir los distintos tipos: superficial o profunda, visceral (que cubre los órganos), densa o no densa.

Así como las fascias del sistema nervioso se denominan meninges, las fascias de los pulmones son las pleuras, y la del corazón se conoce como pericardio, por nombrar algunas. Pero ¿están todas estas fascias realmente conectadas y trabajando juntas en un nivel más profundo? Como una línea de hormigas que transportan alimentos, ¿se comunican entre sí, al mismo tiempo que interactúan con el mundo más amplio que las rodea, como lo indica la investigación de Thiese?

Sue Hitzmann, autora del Best Seller del New York Times, ‘The Melt Method’ y miembro fundador de la Fascia Research Society, así lo cree. «La clave para una fascia saludable es mantenerla hidratada», dice.

«La lesión de la fascia por uso excesivo o por traumatismo hace que se vuelva fibrótica, rígida. Desafortunadamente, el simple hecho de beber suficiente agua no es suficiente», explica esta “gurú” del buen estado físico con titulación en ciencias del ejercicio, así como formación avanzada en terapia neuromuscular.

«Es como pasar el grifo por encima de una esponja seca. No hay absorción. Pero con una manipulación suave, podemos liberar, soltar la fascia y aumentar el fluido intracelular«.

La Técnica de Alargamiento Energética Myofascial (Myofascial Energetic Length Technique – MELT) es una forma de autocuidado que utiliza bolas y rodillos blandos. Hitzmann, que también asistió al Congreso de la Fascia, diseñó el método después de que años de ejercicio físico la dejaran con un dolor de pies debilitante. Debido al dolor, su manera de caminar cambió, lo que ocasionó más problemas en sus proprioceptores.

Nuestra fascia está llena de proprioceptores que nos indican dónde está nuestro cuerpo en el espacio. Cuando la propiocepción se “quiebra” debido a una lesión en la fascia por el uso excesivo de los músculos, el mal uso, la desalineación, los movimientos y/o la postura inadecuados, las capas de la fascia ya no se deslizan de forma suave ni funcionan correctamente. El sistema nervioso central debe entonces intervenir. Si esto dura demasiado tiempo, el sistema nervioso central se sobrecarga, contribuyendo posiblemente a la enfermedad autoinmune y a los trastornos neurológicos.

La comprensión de la fascia se ha vuelto más importante a medida que las enfermedades revelan una conexión importante con la mencionada fascia. Las enfermedades del tejido conectivo como el lupus, la artritis reumatoide y la fibromialgia están en aumento. A todos nos gustaría emplear tratamientos no farmacológicos que pudieran mejorar las defensas naturales de nuestro cuerpo contra las enfermedades degenerativas. Sabemos que comer bien y moverse nos ayuda a mantenernos sanos hasta la vejez. Pero cada vez más, parece que eso no es suficiente. Debemos movernos bien. Y tiene sentido prestar más atención a los pequeños dolores y molestias que asociamos con el envejecimiento normal. Puede que nos estén diciendo algo más.

Traducción del artículo publicado originalmente en The Epoch Times escrito por Joni Ravenna, una escritora independiente especializada en salud y bienestar. Sus artículos han aparecido en docenas de publicaciones nacionales y regionales a lo largo de los años. También es dramaturga y escritora de televisión.